Viajar en pandemia o el último tirón de estrés.

Siendo el ultimo día de viaje, pensábamos que todo sería tranquilo. Quise hacer el check in por medio de la aplicación y fue cuando me asusté: ¡¿cómo que para volver a San Diego desde Londres requerimos una prueba de Covid de 24 horas máximo?! Eran las 4 de la tarde y entramos en modo estrés, ¡a buscar más información! No lo imaginábamos, para entrar a Inglaterra y todos los demás países no nos pidieron nada, ¡¿pero para USA, donde al parecer nadie usa siquiera un cubreboca?!! Ayudados por el chico de la recepción del hotel fuimos rápidamente a una farmacia que queda justo en Picadilly Circus, donde se nos explicó el procedimiento: bajar una aplicación, darnos de alta, pagar y luego la prueba. ¡£60 libras esterlinas nos costó el chiste!! Lo bueno fue que la chica que nos tomó la muestra era muy simpática, una polaca que hizo todo de una manera gentil. En aproximadamente una hora nos llegaron los resultados, los cuales envié a un identificador, otra aplicación que recomendaba la línea aérea para que no pasáramos contratiempos en un aeropuerto saturado como el de Londres. Ya más relajados, porque el test salió negativo y porque el plan B en caso de que saliera de otro modo o que no nos aceptara el avión era quedarnos más tiempo (obvio no era la mejor opción).
Viajar en tiempos de Covid no es sencillo. Es sencillo utilizar un mecanismo de defensa llamado negación. Es como las avestruces que meten la cabeza para no ver. Durante la mayor parte de este recorrido vi muchas actitudes que de alguna manera me alarmaban o me preocupaban. En Paris casi nadie usa protección, se fueron de ser súper estrictos y solicitar el pase de vacunación y pruebas a absolutamente nada. A uno que otro puedes ver con el cubrebocas en el metro, pero la mayoría no. No se diga en Irlanda, ahí sí de plano parece que nunca han pasado por una pandemia. ¡Y en Varsovia!! a pesar que vimos que el porcentaje de vacunación era bajo, no vimos medidas, la gente tampoco usa cubrebocas, no hay ni los tales «gelecitos». Vi dos puestos de tomas de pruebas de Covid y estaban cerrados, me di cuenta porque un señor que se veía enfermo estaba tocando y nunca le abrieron. Berlin es otra cosa: ahí es obligatorio usar cubrebocas en sitios cerrados como los museos, y en el transporte público. En Londres, lo mismo, el turismo ha regresado con fuerza y solo se ve a los turistas, sobre todo asiáticos con el cubrebocas adecuadamente colocado. El resto, no recuerda lo que hemos sufrido, a pesar de que si se busca información se vuelven a dar casos en todas partes. Obvio, todo mundo dice, pues es que ya estamos vacunados, o los casos son las más leves.
¡Ojo! he visto muchos pacientes con casos leves que tienen «Long Covid», y algunos verdaderamente han tenido secuelas muy tristes. Creo que no aprendimos, y me cuestiono qué es lo que pasa. No aprendimos a respetar a los demás. Vi mucha gente evidentemente «agripada» estornudando al aire. Digo, mínimo las medidas que se han repetido por mas de 24 meses. Carlos y yo utilizamos nuestras medidas durante todo el viaje y procuramos visitar restaurantes que tuvieran buena ventilación. Sí que yo me veía como un frijol en un cuenco de arroz en los hoteles, subiendo y bajando del elevador con mi cubrebocas, pero la verdad es que no me daban ganas de interrumpir mi viaje por un proceso como Covid.
Ayer me comentaron en la clínica que algunas pacientes se molestan porque se les solicita llegar con cubrebocas. Es una pena que no se entienda que esto no se ha terminado. Es una pena que alguna de ellas haya dicho, «¡ni que fuera una taquería!» ¡Qé insolencia!! No me gustan los mecanismos de defensa tan básicos como la negación, cerrar los ojos y no ver el problema es poco inteligente. Seguimos en pandemia. Así que por lo menos yo continuaré cuidando mi salud y la de los que de alguna forma están cerca de mi.