La Prudencia. El que nada sabe, nada teme.

Reflexiones sobre el Congreso de la Sociedad Española de Láser Médico y Quirúrgico (SELMQ) en Barcelona.
La prudencia es la cualidad, la virtud que disponen algunas personas, que la llevarán a actuar y conducirse en la vida con suma precaución y reflexión, evitándose, por tanto, el desencadenamiento de posibles daños o consecuencias negativas por un obrar anticipado e intempestivo.
Aunque resulta una definición basada en la filosofía griega, debo decir que uno no puede ser prudente si desconoce los riesgos de las cosas.
Comento todo esto, porque, en cada curso o congreso, saco algo en conclusión. Se requiere saber —aunque sea un poco— de las cosas para poder tener miedo y manejarse con precaución.
En la medicina debe ser así. He escuchado alguna que otra vez comentarios de alguna colega que decía: «Soy bien aventada. Como estuve en Urgencias, me atrevo a hacer cualquier procedimiento» ¡Uf! Nunca he podido ser así. Me cuesta aventarme como el Borras. Siempre tengo miedo de hacer daño.
Este Congreso de láser médico y quirúrgico me ratificó muchas de estas reflexiones. Cuando convives con gente del prestigio y dimensión profesional de los maestros que tuve la oportunidad de escuchar; cuando sabes que estás frente al pionero de las terapias con láser, autor de muchos libros y artículos científicos, que conoce las tripas y funcionamiento a profundidad, llego a la conclusión de que el camino siempre es el conocimiento y no la improvisación.
Estar en la clase con el Dr. Mario Trelles me hizo sentirme en mi elemento.
Durante el Congreso, numerosos profesionales dieron sus ponencias. Me di cuenta de que una de las cosas que tenían en común era justo lo que describo al principio de mi reflexión: conocimiento y prudencia.
Aprendí mucho. Soy mejor hoy que hace una semana. Lo malo es que ahora temo más, porque sé más sobre los riesgos. Eso es bueno para mi y para mis pacientes.
Recuerdo que en la escuela de medicina, cuando teníamos exámenes, reíamos nerviosos antes de la prueba. Muchos compañeros se preguntaban entre sí, algunos con «toritos» (preguntas demasiado complicadas), otros simplemente escuchábamos. Alguna vez uno de los amigos dijo: «no me pregunten nada, porque el que nada sabe, nada teme.»
No se puede saber todo. Es imposible abarcarlo todo. Pero si hacemos algún procedimiento es bueno saber un poco y ser prudentes.