Un universo en la piel, la microbiota.
Por biól. Nadia Siordia.- Nuestra piel es el hogar de microorganismos que son esenciales para mantener su salud. Estos microrganismos forman una comunidad conocida como microbiota. Entre sus integrantes, encontramos diversos tipos de bacterias, hongos, virus, protozoos, e incluso, ácaros.
Nuestro cuerpo cuenta con zonas que presentan diferentes características en cuanto a niveles de humedad, grasa, textura, pH, temperatura, etc., y estos conforman distintos microambientes. Cada microambiente alberga diferentes comunidades de microorganismos.
Contamos también con una barrera cutánea, que es la capa más superficial de la piel. La barrera cutánea nos protege contra agentes infecciosos, alergenos e irritantes, ayuda a mantener un equilibrio interno y a prevenir la pérdida de agua.
Es importante destacar que el efecto protector de la microbiota depende de la integridad de la barrera cutánea. Existe una compleja interacción entre la microbiota y nuestra piel. Por un lado, la piel les proporciona a los microrganismos nutrientes y microambientes para su desarrollo, mientras que éstos le aportan una amplia gama de beneficios a la piel. Por ejemplo, algunos microorganismos ayudan a controlar el nivel de sebo en la piel, ya que se alimentan del sebo que producen las glándulas. Otros mantienen un pH óptimo en la piel o se encargan de mandarle señales a las células para que produzcan lípidos que ayuden a mantener la hidratación.
Además, cuando la comunidad de microorganismos se encuentra equilibrada, se puede controlar o prevenir el crecimiento de las poblaciones de microorganismos patógenos que causan enfermedades o afecciones en la piel.
Estas son algunas de las estrategias con las que nuestros aliados, los microorganismos benéficos, controlan a los patógenos:
- Produciendo sustancias químicas que inhiben el crecimiento de los microorganismos patógenos.
- Compitiendo directamente con los patógenos, evitando así su proliferación.
- Estimulando a las células de la piel para que produzcan moléculas con acción antimicrobiana.
Diversas investigaciones han encontrado una relación entre pieles con barreras cutáneas afectadas o con desequilibrios en la microbiota y distintas afecciones en la piel, como el acné, vitiligo, dermatitis atópica y psoriasis, así como con condiciones como resequedad, piel grasa, hiperpigmentación, entre otras. Por ejemplo, se ha observado que las pieles con una barrera cutánea deteriorada pueden favorecer el crecimiento de bacterias potencialmente invasoras y patógenas como los estafilococos. Si bien los estafilococos forman parte de una microbiota sana cuando se encuentran en bajas abundancias, pueden ser perjudiciales cuando proliferan, ya que impiden el crecimiento de otros microorganismos benéficos esenciales para mantener la salud de la piel. Tal es el caso de pacientes con dermatitis atópica, en los que se observa una proliferación de estas bacterias.
Por otra parte, se ha encontrado que los pacientes con acné suelen contar con una mayor diversidad de cepas de la bacteria Cutibacterium acnes. En contraste, los lactobacilos son bacterias benéficas que mejoran la hidratación y el brillo de la piel, propiedades que retrasan la aparición de los signos del envejecimiento prematuro. También se ha observado que algunas bacterias protegen la piel de los efectos dañinos de la radiación UV, y que algunos tipos de lactobacilos y de cianobacterias reducen la intensidad de la pigmentación y los daños provocados por el fotoenvejecimiento.
La microbiota de nuestra piel es muy sensible y existen muchos factores que pueden alterarla y causar desequilibrios. Algunos de estos factores son ambientales como por ejemplo, la radiación UV que en combinación con altas temperaturas pueden afectar negativamente a ciertos microorganismos. Las temperaturas cálidas y una alta humedad favorecen la proliferación de ciertos tipos de bacterias y hongos. La contaminación ambiental puede afectar la diversidad y la abundancia de ciertos microorganismos, lo que dificulta el mantenimiento del balance en nuestra piel y, por lo tanto, pone en riesgo el efecto protector que nuestra la microbiota nos brinda frente a los patógenos.
Otro factor importante son los productos que utilizamos en nuestra vida diaria. La creciente cantidad de productos para el cuidado de la piel y el mal uso de los mismos, representan un riesgo latente para nuestra microbiota. Algunos productos cosméticos como los productos de higiene personal, cremas, jabones, exfoliantes y shampoos, pueden causar desbalances al modificar el pH o al afectar la capa de grasa que recubre nuestra piel, lo que a su vez altera la diversidad de la microbiota.
Algunos productos pueden afectar la microbiota.
Algunos productos con acción antibacteriana, antiséptica y antibiótica, no solo eliminan a los microorganismos patógenos, sino que eliminan a los que son benéficos. El uso de jabones y limpiadores agresivos, productos con alcohol, colorantes o fragancias, exfoliantes, la limpieza excesiva de la piel y la aplicación de múltiples productos de skincare (los cuales no son prescritos por un profesional), puede resultar contraproducente. Esto se debe a que los ingredientes de cada producto que nos aplicamos y la interacción de ingredientes que resulta de combinarlos, tienen el potencial de generar disturbios que afectan el microbiota y a la barrera cutánea.
Por esto es recomendable simplificar nuestra rutina de cuidado de la piel usando solo productos indicados por un médico, evitar el uso excesivo de productos que no han sido prescritos para así evitar daños que pongan en riesgo nuestra piel y el delicado balance de su microbiota.
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