Reflexiones de una «shoppingmaníaca»

TODAY’s Meena Duerson puts the teachings of Marie Kondo’s “The Life-Changing Magic of Tidying Up” to the test and can now attest that determining if your stuff truly makes you happy can change your life.
Con el cambio de casa he tenido que sacar y sacar cosas, sobre todo, me ha costado mucho el armario. ¿Cómo es posible haber metido tanta cosa en un lugar tan pequeño?! ¡Saqué prendas que aún tienen etiqueta y que no veía por la compresión a la que se habían visto sometidas!!!!
Fuera del esfuerzo físico, lo que más me dolió fue el sentimiento de culpa: ¿cómo he podido acumular tanta ropa? Cierto que muchas de las prendas tienen una historia, un recuerdo. En general, cuando viajo —y lo hago a menudo—, busco algún vestido o abrigo, o lo que sea que me emocione, que me encante. Así he comprado cosas muy bellas y de las que me cuesta desprenderme, aunque me considero poco apegada a las cosas materiales, fuera de los libros y las obras de arte.
Esta vez, sinceramente, me sentí muy mal conmigo. Lo comenté con mi esposo, quien me trató de consolar: «Mira que te has sobado el lomo trabajando, ¡te lo mereces!»
Mi gusto por la ropa y zapatos tiene un fondo más en la infancia, creo yo. Cuando estaba en la secundaria tenía muy poca ropa. Me dejaba el uniforme de la escuela, porque no tenía qué ponerme. Ya en la prepa la cosa se puso más fea: no había uniforme y yo solo contaba con dos pantalones, los recuerdo muy bien. Para ir a los bailes usaba vestidos prestados. También muchas clientas de mi mamá le regalaban ropa, así que cuando ella llegaba con alguna bolsa, me volvía loquita rebuscando algo que me quedara. Así me hice fanática de combinar estilos y colores; algunas combinaciones un poco raras, pero siempre me ha tenido sin cuidado la moda, más bien, sin saberlo, yo buscaba crearme un estilo. En ese tiempo, mi prioridad cuando tenía un poco de dinero, era comprar libros, o música.
En la Escuela de Medicina adopté un estilo medio raro: me la pasé un bien tiempo con una falda, unos jeans y unos zuecos; de repente me seguían cayendo regalos de ropa usada, ¡emocionante!
Hoy, mis programas favoritos son por ejemplo «Las reinas del shopping», un programa francés donde cinco concursantes, con un tema y una cantidad limitada de dinero, deben hacerse de un «look» ¡ufff, cómo lo disfruto! porque solo tienen dos horas para formar un atuendo y ajustarse al tema. A mí, dos horas se me hacen mucho. En una tienda yo puedo identificar cosas maravillosas y armar mi atuendo sin problema en cinco minutos.
De acuerdo, soy «shoppingmaníaca», lo acepto; pero, hoy he regalado muchas de esas prendas que he metido a mi maleta. Mientras las doblo y las acomodo para que quepa todo, les hago una caricia. Mary Kondo, no puedo hacer todo a pie juntillas como lo marcas, pero ahí la llevo…