Día del médico
¡𝐅𝐞𝐥𝐢𝐜𝐢𝐝𝐚𝐝𝐞𝐬 𝐚 𝐭𝐨𝐝𝐨𝐬 𝐥𝐨𝐬 𝐜𝐨𝐥𝐞𝐠𝐚𝐬 𝐞𝐧 𝐞𝐬𝐭𝐞 #𝐃𝐢𝐚𝐃𝐞𝐥𝐌𝐞𝐝𝐢𝐜𝐨 𝐲 𝐞𝐧 𝐭𝐨𝐝𝐨𝐬 𝐥𝐨𝐬 𝐝𝐢́𝐚𝐬!
Ser médico es complicado. Algunos casi nacieron sabiendo qué era aquello a lo que querían dedicarse en la vida. Otros, como yo, llegamos a la Escuela de Medicina por una casualidad, por tirar una moneda al aire y que saliera águila, o sol; ya no me acuerdo.
A lo largo de tantos años de estudiante sucedieron momentos que me marcaron como alumna e incluso como paciente. Luego tuve un año intenso como interna en el IMSS, una de las mejores experiencias de mi vida.
En aquel año aprendí muchas cosas, no solo médicas: aprendí a tener compasión
Luego el año de servicio social, que fue más que nada un trámite burocrático, porque debido a mi buen promedio (fui una de los tres primeros lugares de mi generación), pude solicitar una plaza aquí en Tijuana. Hice cosas como vacunar, hacer papeles y más papeles; y de esa forma vi las deficiencias de un sistema de salud.
Y luego, gracias al temblor del 85, no pude hacer la especialidad que pretendía, y tuve que conformarme con hacer un postgrado en Medicina Familiar. De alguna forma, ha servido, me di cuenta de que es importante ver de una forma global al ser humano: no es un útero, no es un hueso, no es solo un corazón, es un todo
Fueron algunos años marcados más por mi vida personal que otra cosa. Sin embargo, durante ese tiempo, conocí personas importantes en mi vida.
Decidí que la vida institucional no era para mí. ¿Ver veinte pacientes al día? ¡Están locos! ¡Ni tendría tiempo de verlos a los ojos! ¡Simplemente me convertiría en una hacedora de recetas y salir harta de una jornada!
No encontraba trabajo. Pude integrarme por unos días a un hospital muy popular. Solo una semana resistí, la mala praxis no es para mí. Luego a una clínica de unos colegas; me encantó estar ahí.
Luego pensé: las maquiladoras… ¡pobre gente! Aún no había médicos en ellas. Hice un breve estudio -a mi manera-, sobre la necesidad de tener un médico. Con el folder bajo el brazo recorrí decenas de maquiladoras, hasta que me contrataron.
Pero, obvio, a la empresa no le importa que la doctorcita quiera hacer campañas de medicina preventiva; se pierde tiempo y la línea de producción falla. Mis ideas no eran del todo buenas en la práctica, ellos requerían ahí solo un filtro, y yo no puedo con eso
Y luego más historias. El ISSTECALI de El Mirador ¡qué buen aprendizaje! Pocos pacientes, muchos recursos en ese entonces para hacer estudios y excelentes médicos de base. Yo hacía guardias maratónicas en urgencias y en hospitalización. Pero lo disfrutaba mucho
Al final, me llamaron para ir al municipio. Recién entraba el PAN (Partido de Acción Nacional) y la nueva administración quería barrer con toda la podredumbre reinante en Servicios Médicos. Ahí fui feliz, muy feliz. Las más bellas experiencias con pacientes (trabajadores sexuales); estudiar mucho para poder hacer estadística, mi contribución en identificar a pacientes con HIV- SIDA… ¡Lo complejo que es entender estos fenómenos!
Después de eso, una pausa muy larga, muchos años, alejada de la medicina, y el renacer a otra época que se ha definido por abrir los ojos a un mundo maravilloso, cambiante, de estudio intenso y permanente.
Y lo que soy ahora, una médica que ve en cada paciente un reto, que ama más que nada saber y aprender cosas nuevas, que respeta la profesión y respeta a la gente. Bueno, al menos eso pretendo
Pues sí, ahora que lo pienso, la casualidad me trajo a la Medicina, porque también quería ser periodista, trabajadora social, abogada, matemática, aeromoza, decoradora de interiores, diseñadora de indumentaria, escritora… Pero, soy médica.