Con mi título de la Universidad de Barcelona en las manos.

He llegado a Barcelona y lo primero que hago es tomar un taxi con rumbo a las oficinas de la Universidad.
El taxi recorre las avenidas amplias y hermosas de esta ciudad que me trae muchos recuerdos. La arquitectura es fascinante. Siempre me ha asombrado, ¡es tan Barcelona!
El taxista identifica que soy mexicana y me pregunta sobre la situación de México. «Terrible», le contesto. Yo le pregunto «¿Y qué tal Barcelona?» Él, que no es catalán, me comenta que la situación es muy complicada, debido al separatismo: «Divide a la gente, rompe amistades y familias…» Me dice lo que piensa. Al parecer, la mayoría de la gente que vive en Cataluña en su perspectiva, es una minoría la que quiere separarse de España. «Y es que —comenta—, realmente no existen condiciones para que se haga un país, ¡¡imagine que hasta el Barca no podría jugar!!»
Llego a las oficinas de la Universidad de Barcelona y en unos minutos tengo en mis manos el certificado o diploma del curso que tomé en 2017, cuando vine una vez al mes por un largo año hasta esta ciudad.
Dejo mi diploma, le tomo una foto y me vengo a celebrar a La Perla, el restaurante donde veníamos diariamente a tomar el almuerzo, todo el grupo de estudiantes. Me pido el caldo gallego y una ensalada, con una buena cañita de cerveza.
Este momento me sirve de reflexión, el por qué me inscribí en ese curso no siendo ginecóloga. Quería adentrarme al mundo floreciente de la Ginecología Regenerativa y Funcional.
Después de tener tantos años de experiencia en Menopausia por el Reemplazo Hormonal con Hormonas Bioidénticas, me di cuenta que las mujeres que trataba tenían algunos problemas que no eran resueltos por sus ginecólogos. No se trataba de situaciones estéticas realmente. La gran mayoría tienen un problema en la función de su vida íntima y sexual.
Así que cuando vi que estaba este primer curso formal en el tema, no dudé y arriesgué muchas cosas con tal de aprender algo que aportara algo más a mi práctica médica.
Siempre he pensado que la medicina tradicionalmente trata al individuo en secciones: los especialistas se reparten el cuerpo humano, y no entienden que esto es un error garrafal.
En la medicina tradicionalmente al paciente —si tiene una dolencia—, se le trata de manejar con algún medicamento. El objetivo es quitar el dolor, quitar el síntoma, no importa entender qué es lo que pasa. «Si el visitante del laboratorio me dijo que esto es lo que hay que dar, pues lo damos. Además, el proximo año me llevan a Cancún con gastos pagados… ¿Y los efectos secundarios? Pues el laboratorio dice que no hay; seguro tienen razón…» ¡Uy, pues esta doctora que escribe no está de acuerdo en lo absoluto.
He escuchado algunos colegas que opinan que uno debe escoger una parte y dedicarse a esa solamente. Y así me he encontrado con que dermatólogos ven a una paciente con acné y llevan años viéndole solo la piel, ignorando que atrás de todo hay algo que «le grita», pero nadie puede detectar lo que ignora.
Hay gente que dice, «Pues uno no puede saberlo todo. Tienes que irte por un solo lado. El que mucho abarca, poco aprieta…» Y mi cabeza dice, «pues, si ha habido gente tan increíble que dominaba las artes, la medicina, la filosofía, etc., ¿por qué no puedo aspirar a saber aunque sea una mínima parte del todo?» ¿Eso me hace una mala médica? No lo creo.
Mi aspiración es hacer una medicina transversal; es decir, quiero tener los ojos, los oídos, la mente y las manos abiertas para poder entender al paciente. No saberme de memoria las estadísticas de una enfermedad, porque «no hay enfermedad, hay enfermos», y en la individualidad de cada uno de ellos se rompen los moldes que nos enseñan en la universidad.
El título de Experta en Ginecología Funcional realmente no me hace experta, simplemente me dio la oportunidad de ver y conocer otra cara de las cosas que yo ya detectaba. Me hace ir acomodando las piezas del rompecabezas que es la medicina. Pero, más allá de todo, me ha dado la maravillosa experiencia de conocer gente que se han convertido en mis mejores amigos, mis cómplices y mis compañeros de emociones.